sábado, 12 de noviembre de 2011



Querida tristeza, tantas veces busqué en vano tus motivos. Ahora pienso que esta pesadumbre recurrente e injustificada es simplemente un signo de cordura. Es un lazo especial con el núcleo incierto de la vida, con su injusticia y su extrañeza. Estos lapsus de desánimo y abandono son en realidad lapsus de lucidez; son los que me permiten no estar nunca demasiado cómoda, jamás demasiado quieta. Abrir los ojos, estar alerta a la crudeza del mundo, sentir su arañazo helado en el rostro de cuando en cuando. Querida tristeza, aunque sé que llegarás sin aviso, las puertas están abiertas.

1 comentario:

  1. Querida, me da tanta paz tu escrito. Es un juego de paradojas que no se contrarían sino se complementan, dejar la puerta abierta, a lo que venga, aún si es en sueños o en frías mañanas. Muchas gracias por seguir escribiendo!

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