miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tierra de nadie (Delirio)




Soy una voz vagabunda, perdida en un reino desconocido. Camino con los ojos bien abiertos, porque voy en busca de la Libertad. Antes de salir de mi casa, lo confieso, bebí. Me embriagué sola y con alcohol barato, hasta quedar empapada en deseos inconfesables.

De pronto, quise ver desnuda a la Realidad. Temblando, muy despacio y con los dedos fríos, le quité el polvo que tenía en el cuello (ella me miraba, palpitante) y le sacudí la suciedad y el cansancio que se le habían metido hasta los huesos.

Envalentonada, le arranqué de un golpe las ropas viejas que la cubrían, y contemplé por un instante su desnudez innombrable; ella intentó protestar, pero le arrebaté de los labios las palabras raídas y las concepciones gastadas, antiguas, infinitamente repetidas por sabios enjutos y sombríos.

Me miró con furia, ultrajada, pero también complacida (tampoco le gustaba su anterior aspecto) y me retó: me correspondía reinventarla o perderme en el vacío. Yo reí, henchida de soberbia, enferma de poder; la tomé entre mis manos; la sacudí con violencia; la besé, la abracé; bailé grité lloré, y la Realidad bailó gritó lloró conmigo.

Después la euforia pasó. La Realidad me dio en la cara un golpe seco y me recordó, despectiva, que su desnudez significaba para mí la inexistencia, la insignificancia, la nada. Callé, y ella me abandonó.

Así llegué a esta tierra de nadie, donde soy esclava de mi pensamiento. Busco a la Libertad para que me permita escapar de este vacío. Recorro valles y desiertos insípidos que nunca existieron, y lo único que escucho es el estruendo de mi cordura, que me acusa de haber dado muerte a todas las aves y a todos los cantos.

Extenuada, descanso un momento en la cima del monte más alto de este país de silencios, y entonces veo a la Libertad sentada a mi lado. Mi alma da un salto; me hinco a sus pies y le ruego le suplico le exijo le lloro le grito que me mire… Y me mira, pero después dice:
- ¿Quién eres? Eres poco más que un silencio: eres un murmullo, un instante, casi nada. No te conozco.
Y se va.

7 comentarios:

  1. estas de regreso, jajajaja no lo pierdas, es impresionante, pero cada que leeo algo tuyo, me encuentro con el espejo de tu alma, y leeo, aquello que no eres de 2:00 a 4:00 y de lunes a viernes.

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  2. heiii!!!
    chachita... jeje
    coOmo me cae azii re bn bn...
    azii cumu nadie me ah caidoO jeje, nu ez bromita eh, todo, vdd...
    ah, ñiñita, erez una gran perzona, i ademaZz ezcribeZz bn xidiz jeje, iOo ezcribOo bn raroO peroO entendible jeje, ze le quiere mi chachita, uzted vale mil oxo mil, o maZz que ezoO, azii que ioO dezde aquii le mandoO muxoZz zaludoZz....

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  3. jeje, ze me OlvidoO deciRle que zale Bn BoOniTa en zu foOto, jeje, ahh i que nu ze me olvida que ah roOto mi coOrazoOn jajajaja, ahora zii ia me voii adioSs jeje

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  4. Recorro desiertos y valles insipidos que nunca existieron... muy acertado...
    Que gusto saber de ti! Y no abandones tu blog! Espero tus comentarios en el mio, me encanta como escribes, no mas no nos prives del gusto...
    Perdon por los acentos...

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  5. Una de dos: o la libertad es esa falacia emocional que todos anhelamos o como es tan nuestra que no queremos reconocerla y por eso la buscamos afuera, donde no nos incomode tanto.

    De acuerdo con marifer en esa metáfora, muy buena. También me gustó: "escucho el estruendo de mi cordura". Es una frase muy bien construída, con mucha fuerza.

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  6. El señor ese que se entrevistó a sí mismo es Imre Kertéz y su libro se llama Dossier K. Cuando lo termine te lo presto. En general, te recomiendo de él Sin destino, de las mejores novelas sobre el holocausto que he leído.

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  7. continua el msms, las reglas estan en mi blog.

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