martes, 7 de enero de 2014

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"Nuestra obligación no es sólo nacer de nuevo, sino una y otra vez. Esto significa vivir en constante asombro espiritual y en desequilibrio interior." —Allan Kaprow

Mira esa luz. Tómala entre las manos. No temas romperla, es tan frágil que no se romperá. Mírala derramarse sobre tu cuerpo. ¿Ves ese rastro que deja, líquida, sobre la piel? Es un texto, si así lo quieres. O un canto o un surco o una vía, da igual. Un eco, un magnetismo o una resonancia: lo vital es que responde, la piel, a eso que la inunda. Por el momento, no sabe ser más que ese roce. Esa vecindad con la luz, esa intimidad con ella: eso es la alegría.

[Ven, bebe una copa, nada conmigo, báñate en ella. Escúchala, mírate, cántala. Toma una hebra, tira de ella mientras recitas alguna cantilena, téjela en tus dedos y en tus brazos, gira hasta hacer un enredo; luego despliégala, despídela, déjala evaporar. Ya lloverá de vuelta.]









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